PALABRAS PARA LA INTEGRACCIÓN

 NECESIDADES BÁSICAS DE UNA RELACIÓN


 

“La relación es lo que sana” - Carl ROGERS

 

 

            En el encuentro interpersonal cada persona tiene necesidades, de cuya satisfacción depende si la relación es vivida como enriquecedora, insignificante o nociva. Mientras que esas necesidades no tienen una importancia excesiva para nosotros en los encuentros superficiales, devienen muy relevantes cuando se tratan de personas importantes o próximas a nosotros, como los amigos, nuestra pareja, parientes, figuras directivas e incluso también nuestro terapeuta.

 

¿Cuáles son estas necesidades básicas que queremos que sean satisfechas en la relación con nuestros semejantes? Podrían ser infinitas, pero la mayoría de ellas se pueden agrupar en las que enumeramos a continuación. Aún cuando aquí las considero en el contexto de la relación terapéutica, valen en general para toda clase de relaciones. La enumeración es arbitraria y no representa una escala de valores.

 (Resultado de un proyecto de investigación del institute for integrative. Psycotherapy. Nueva Cork. Véase Richard Erskine. Más allá de la empatía. Desclé de Brouwer. Bilbao. 2011).

 

- Ante todo puede que esté la necesidad de seguridad, y esto afecta tanto a la integridad física como a la emocional. La seguridad es un sentimiento de estar a la vez abierto y vulnerable y, al mismo tiempo, en armonía con el otro. Para ello se requiere una conducta respetuosa por parte del terapeuta, que no humille al cliente ni represente ningún peligro para él.

 

- Necesitamos sentirnos acogidos por una persona que sea percibida como estable, digna de confianza y protectora. De este modo, la relación gana en constancia y le da a uno la sensación de tener un suelo firme bajo los pies. Esto contribuye a que la relación terapéutica sea vivenciada como segura, estable y digna de confianza.

 

- Tenemos necesidad de que nuestras vivencias sean confirmadas por alguien que haya tenido vivencias semejantes. Esto vale no solo para nuestras experiencias, sino que incluye también nuestros pensamientos y fantasías. Justamente por eso uno se siente comprendido. Aquí puede ser útil la revelación de una experiencia personal por parte del terapeuta, siempre y cuando sea seleccionada cuidadosamente y sea significativa para el cliente.

 

- Para cualquier persona es importante en una relación expresar su singularidad y sentir que es reconocida y respetada por el otro. Esta autodefinición se muestra a través de las preferencias, actitudes, ideas e intereses personales. Estos han de ser respetados por el terapeuta, aun cuando no esté de acuerdo con ellos, de modo que el cliente no se sienta rechazado o avergonzado.

 

- Todos tenemos necesidad de sentirnos valorados, confirmados e importantes en la relación. Necesitamos sentirnos vistos y tomados en serio por nuestro interlocutor. Para ello los sentimientos del cliente necesitan una respuesta no sólo verbal, sino también afectiva por parte del terapeuta que de esta forma confirma los sentimientos del paciente.

 

- El ser humano necesita tocar al otro en su interior y dejar una huella en él. Esto se muestra en la vivencia según la cual mi interlocutor se deja conmover por mi presencia y por mi propia experiencia, como si fuera una cuerda que vibra en resonancia. Un terapeuta que esté en armonía con su cliente responde con compasión a la tristeza o al duelo de este, le transmite una sensación de seguridad y protección cuando se siente angustiado, lo toma en serio cuando está enfadado y se alegra con él cuando tiene algo que celebrar.

 

- A veces necesitamos que el otro tome la iniciativa y dé el primer paso. Esto puede suceder, por ejemplo, por medio de una pregunta, una invitación o una llamada. Este primer paso por parte del terapeuta puede contribuir de manera significativa a establecer una relación terapéutica, porque confirma al cliente que para el terapeuta la relación es importante.

 

- Necesitamos expresar amor. Lo hacemos, por ejemplo, cuando manifestamos al otro nuestro agradecimiento, nos mostramos afectuosos o cuando hacemos algo de buen grado por él. Esta necesidad queda satisfecha cuando el otro percibe también esta expresión de amor, la aprecia y la acoge. Despachar esta conducta del cliente como un intento de manipulación, tal como se enseña en algunas escuelas terapéuticas, estrecha la mirada e ignora que puede ser sencillamente una expresión de una necesidad profundamente humana.

 

Es interesante que en este resumen de las necesidades básicas dentro de una relación no se haya enumerado como un punto específico el recibir amor. Pues, ¿qué significaría el amor en la práctica? ¡Lo que nosotros experimentamos como amor es la respuesta adecuada que da el otro a las necesidades que acabamos de describir!

 

En la percepción y el trato respetuoso de las necesidades del cliente se manifiesta la actitud amorosa del terapeuta. Esto es realmente importante para la relación  entre el terapeuta y el cliente. Pues precisamente la experiencia que tiene el cliente en la relación con su terapeuta puede ser una contribución muy relevante para la sanación de las heridas del cliente.

 

 

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*Capitulo 12 del libro: EL ARTE DE LA TERAPIA.

Reflexiones sobre la sanación para terapeutas principiantes y veteranos.

Autor: Peter BOURQUIN.

Ed. Descleé de Brouwer. Col. Serendipity. Bilbao. 2011



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